martes, 3 de agosto de 2010

Capítulo 2.

¿Crees en la magia?

Lo cogí todo, no me gusta dejar las cosas importantes para mi solas cuando voy a estar fuera todo el año, creo yo que como a todo el mundo, así que lo metí todo a capón en la maleta. Mi pereza es mucho más fuerte que las ganas de guardar mis pertenencias. Salí pronto, no soporto llegar tarde a los sitios, es una mania pero no me gusta nada. Llegué al aeropuerto demasiado temprano, por lo que tuve que esperar lo que a mi me parecieron 1000 años. Londres, allá voy...

Despues de todo, llegué a Londres al medio día, ahora sólo me quedaba coger el tren, que tenia la parada en frente del colegio. Cuando llegué, no se como pude coger un sitio libre. Estaba lleno de gente, de adolescentes... Y todos parecian conocerse, tener sus pandas... Se conoce que yo soy la única nueva, genial, lo que me faltaba...

Encontré dos sitios libres, en uno me senté yo y en el otro dejé mi bolsa de viaje (las maletas estaban guardadas en otro sitio). Me dediqué a mirar a mis acompañantes de tren... Por qué me miraban tanto, ahora me sentía incómoda. Menudos invéciles. Cogí mi movil y me le quedé mirando, haciendo como que estaba escribiendo o vete tú a saber...

Horas, y horas, para llegar a estar en frente de la fachada de aquel estúpido colegio. Todo el mundo entró como loco, ni que molara ir al colegio, por favor... Me eché la bolsa al hombro y arrastré la maleta mientras subía las escaleras.

- ¿Te ayudo?

Miré hacia atrás. No, no me sonaba su cara. Era alto, muy alto, y castaño, pelirrojo, vete tú a saber. No le presté demasiada atención.

- No, tranquilo, voy bien.

-Eres nueva, ¿verdad? -me miró girando la cabeza, como si me estuviera examinando-.

- Sí, aunque creo que todo el mundo se ha dado cuenta.

- No seas borde conmigo, nena, sólo venía a ayudar.

- Y no necesito tu ayuda, si quieres, vete a correr con tus amiguitos -señalé a una panda de chicos con la cabeza. Me habia dado cuenta de sobra que le estaban esperando, y yo estaba demasiado irritada por ser observada por todo el mundo que sí, me puse borde con él, aunque tampoco quería-.

- Como quieras, algún día te arrepentirás.

Se rió y me guiñó un ojo mientras se iba con los demás y yo me quedé extrañada, mirandole, con la maleta colgando de la mano...

-Continuará-

viernes, 23 de julio de 2010

Capítulo 1.

El comienzo del fin

La lluvia comenzaba a hacer que su conversación fuera cada vez más molesta. El golpeteo de la lluvia en las ventanas hacía que el pobre chico tuviera que alzar más la voz. Mis ojos, clavados en él, derramaban lágrimas, que recorrían mis mejillas tímidamente sonrojadas por el sofoco y el frío.

Su pálido rostro infundía temor y piedad. Todos los presentes en aquella sala supimos lo que de un momento a otro iba a ocurrir. Miré a mi padre con el gesto torcido, preguntándome cuanto tiempo más podría soportar aquella tortura. Él sonrió o a su victima, alzó la mano, y por un instante las tristes facciones del chico se volvieron inexpresivas y se desplomó, muerto, contra el suelo.

Lo miramos, algunos con asco, otros con felicidad, y mi padre giró la mirada hacia mí.

- Destápate el hombro.

Le obedecí sin decir nada. Me bajé la camiseta y dejé al descubierto una especie de tatuaje, un símbolo. Un circulo, tatuado con diferentes colores. Tatuado, digo yo, nací con él... Mi padre me puso la mano encima de él y cerró los ojos. Lo miré a la espera de que los volviera a abrir para poder irme, yo alli ya no hacia nada. Lo odiaba, porque sabía que lo que hacía no estaba bien, pero si no lo hacía... Mi vida peligraba.

A los pocos segundos abrió los ojos y miró a sus seguidores.

- Podéis iros, esta noche lo hemos conseguido con éxito.

Todos se inclinaron ante su Señor y comenzaron a irse. Intenté seguir a los demás pero él me retuvo.

- No quiero volver a ver que lloras mientras matamos a un simple mortal, ¿de acuerdo?

- Sí, padre...

- Acostúmbrate, mañana entraras en el Hall Brunhilde School y quiero que cuando acabe el curso estés preparada.

- Lo se, y lo siento, te prometo que no ocurrirá la próxima vez...

- Me enorgulleces, hija. Ve a preparar la maleta, mañana saldrás en el primer avión de madrugada a Londres.

Asentí con la cabeza y salí de la estancia. Cerré los ojos, visualizé mi habitación de Lyon y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba allí. Parecerá raro para tí, pero para mi es algo cotidiano, me teletransporto, suena trascendental, pero lo heredé de mi padre. No todo el mundo sabe hacerlo, tambien puedo mover objetos con la mente, por eso me quiere llevar a esa escuela, para 'perfeccionar mis habilidades'... Aunque yo creo que ya me apaño bien sola. Tengo mis 15 años bien puestos.

No sabéis mi cómo era mi físico, bueno, no es gran cosa, supongo que estoy delgada, mido más o menos 1'70 m., y soy morena, de ojos, de pelo, y de piel.

Buf. Ahora me tocaba hacer la maleta... Menudo muermazo.

-Continuará-